La mitología griega es rica en historias en las que dioses, héroes, seres mitológicos se relacionan entres sí… y con los humanos. Los dioses griegos, a pesar de su origen divino, comparten con los hombres todo el registro de pasiones humanas. Estas pasiones les llevan a intervenir constantemente en el mundo de los humanos, y sus caprichos, simpatías o animadversiones solían explicar y marcar el destino de los hombres y mujeres. Los antiguos griegos trataron de representar mediante una mitología de la creación, de manera muy creativa (a veces algo naif a ojos contemporáneos), pero siempre hermosa, el origen del universo, su funcionamiento y los fenómenos naturales.
La mitología griega ha ejercido una influencia enorme en todas las artes de la cultura occidental y sus mitos han sido reinterpretados de múltiples maneras a lo largo de los siglos. Su literatura sigue inspirando a poetas y escritores que actualizándolos siguen iluminando nuestro tiempo. Disfruto mucho del las columnas en prensa de la escritora Irene Vallejo, cuya obra bebe directamente del rico mundo de la antigüedad; su profundo conocimiento y aprecio de los autores clásicos le ayudan a extraer enseñanzas que arrojar luz sobre mundo contemporáneo, tan avanzado en lo tecnológico pero tan necesitado de reconectar con sus raíces.
Del interés actual por el mundo antiguo da testimonio el tremendo éxito mundial de su ensayo “El universo en un junco”.
Cupido (o Eros) hijo de Zeus y Afrodita es el dios del amor y de la atracción sexual y aunque joven perpetuo, es una fuerza muy poderosa. Los griegos lo muestran como un joven caprichoso y travieso, capaz de llevar el caos a los humanos con sus flechas.
Esta historia de Cupido, Diana y Ninfea nos habla de un posible antídoto para el desgarro de la pasión amorosa mal entendida.